Ante la inminente cuenta regresiva, ante el fantasma del año que se va y el espíritu del año que viene no me queda más remedio que sentarme frente a frente con los recuerdos de los sucesos vivídos durante estos 365 días, recuerdos que se han acurrucado en un rinconcito de mi memoria y de cuando en cuando acuden a ésta, algunos con mayor nitidez, otros con mayor frecuencia, pero todos con la certeza de que han contribuido cual cincelazos de escultor a moldear mi esencia.
Este 2010 inició con enfermedades, mías y de algunos de mis seres queridos; siguió con una modorra rutinaria que pintaba el horizonte como un año más, vivído con intensidad pero como un barquito de papel dejandose llevar, cual canción de Serrat, "navegando sin timón, donde la corriente quiera".
Iniciaba con buen ánimo, con el crecimiento de ese árbol frondoso que es nuestra familia ya que se esperaba el nacimiento de 3 miembros más.
Este año fortalecí amistades, de cerca y de lejos y dejé ir algunas que tal vez en esas vueltas que da la vida las volveré a encontrar.
Con los preparativos del viaje al extanjero de mi hijo menor, la perspectiva de llegar al cuarto de siglo de vida conyugal y de los 60 años de matrimonio de mis padres, el panorama no podía ser mejor.
Sin embargo cual tormenta de invierno en pleno verano, mi vida se vió envuelta en un torbellino del cual todavía no logro salir. A la mitad del año se me cobró una factura muy alta por los días transurridos y por los que me quedan por transcurrir. Dejar escapar de a poco el aliento sin que se vaya la vida es muy difícil, sin embargo aprendí.
Hay ocasiones en que la vida no nos deja elegir, solamente nos permite adaptarnos a lo que llega, y eso tuvimos que hacer, adaptarnos a existir sin la presencia de mis queridos hijos Héctor y Carlos.
Durante este año experimenté algo que me sorprendió, hice realidad esa frase "lo que no te mata, te fortalece", realmente pensé que moriría al poco tiempo de la partida de mis hijos, pero no fué así, y no porque no lo hubiera deseado, sino porque a pesar del dolor que no se va y no se irá nunca, cada día que pasa me hago más fuerte pues hay 2 hijos más, un marido, 3 nietos y 2 viudas, además de unos padres maravillosos y una gran familia que está más unida que nunca.
Este año también le dije adiós a una buena amiga que se fue a cabalgar hasta el principio de los tiempos.
Los nuevos miembros de la familia llegaron, 2 de ellos casualmente el mismo día aunque con algunas horas de diferencia, y hace unos días cerramos con broche de oro festejando la llegada de una pequeña guerrera que luchó fuertemente y conquistó su primera batalla, cerró su puño y apretó con fuerza el dedo de la vida.
"Unos que nacen otros morirán, unos que rien otros llorarán........la vida sigue igual".
Sin duda este año ha dejado cicatrices, mucho mas profundas que las que han dejado otros años vivídos.
Hoy que se termina este año, miro hacia atrás y el gusto agridulce de los recuerdos me llena de nostalgia, de tristeza, de añoranza; respiro hondo, dejo que las lágrimas rueden por mis mejillas, sonrío pues escucho las voces de 2 ángeles que me obligan a apurar el paso y a un tercero que abre sus alas para cobijarme y obligarme a mirar hacia adelante.
Un año que se va, otro que inicia, todo cambia, nada permanece, salvo nuestra propia esencia y sosteniendola, soportandola cual pilares como siempre estarán.................. nuestros recuerdos.
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 FELIZ AÑO NUEVO