lunes, 27 de septiembre de 2010

La feria llegó


Cuando era niña, uno de los paseos que más me ilusionaban era el ir a la feria que año con año se instala en mi ciudad.
Las luces, la algarabía, el olor a algodón de azúcar y a churros rellenos me llenaban de una euforia muy especial.
Mi papá nos llevaba a todos sus hijos y, como siempre, a uno que otro agregado que nunca faltaba.
Me gustaba recorrerla despacio, aspirando el aroma a establo en la exposición ganadera; uno de mis lugares favoritos, y a miedo al pasar por la casa de los monstruos. Varias veces reuní el valor necesario para comprar el boleto de entrada, pero  sólo me alcanzaba para avanzar unos cuantos pasos y dar la media vuelta en cuanto escuchaba la primer carcajada que salía de las bocinas bien escondidas entre las telarañas y la la decoración que apenas podía vislumbrar entre la penumbra.
Siempre era lo mismo, le rogaba a mi papá que me llevara para probarle que ahora si sería valiente, él se hacía del rogar un rato hasta que, dando un suspiro me acompañaba de ida, sosteniendo mi mano entre brincos y latidos desbocados de mi corazón, y me acompañaba de regreso, empujándome apenas para que avanzara, arrastrando los pies y cabizbaja.

Después del intento fallido, me gustaba pasar por los puestos de juegos; tiro al blanco, aros, reventar globos con dardos, y el mejor de todos; la tómbola del Club Rotario.
Me provocaba gran emoción ver todos esos regalos cuidadosamente acomodados de tal manera que lucían como tesoros esperando ser desenterrados.
Sólo 1 boleto podía comprar, no más pues no era yo la única a la que le gustaba sentir el cosquilleo por la expectativa de ver en qué número se detenía la ruleta; así que no me quedaba más remedio que compartir el dinero entre las manos que se extendían para recibir un pedacito de fortuna.

Nunca he sido muy afortunada en los juegos de azar, y aunque cruzaba los dedos muy apretados, rara vez tuve un premio, pero no me importaba demasiado, generalemente uno de mis hermanos o mis padres obtenían alguno y con eso bastaba. Pero recuerdo una noche en especial; desde que me coloqué en la baranda que separaba al público de los premios y los despachadores de boletos lo ví, era el muñeco más lindo que había visto en mi vida, me abstuve de participar hasta que el hombre que anunciaba los premios al micrófono levantara al preciado obsequio, entonces me precipité a pedir a gritos mi boleto. No ví el número, las manos me sudaban, tal era mi emoción; pedí con todas mis fuerzas que el juguete fuera para mí, suplicaba a mi ángel de la guarda que no me abandonara y que me ayudara a conseguirlo.
Mis ojos siguieron espectantes a la ruleta dar vueltas y vueltas una y otra vez hasta detenerse en el número 12; lentamente abri mi boleto y ¡oh desilusión! mi número era el 5. 
Lentamente me dí la vuelta y le dejé el lugar a una de mis hermanas, -¿Qué pasó- me preguntó, le contesté que como siempre había tenido mala suerte, le entregué un trozo de papel arrugado y con lágrimas en los ojos me dirigí hasta donde nos esperaban mis padres. Cuando buscaba el cobijo de los brazos de mi madre para llorar mi frustación escuché un grito de alegría y los aplausos de mis hermanos, ví correr a mi hermana hacía mí con una sonrisa de satisfacción agitando el muñeco, con incredulidad lo recibí y lo abracé fuertemente.
Cuándo le pregunté a mi hermana cómo lo había conseguido me guiñó un ojo y me dijo "ya sabes, soy un ángel".

Sin duda lo era, por esa razón Dios la pidió de vuelta a su presencia un triste día de Junio.

No se que pasó con ese muñeco ni cómo le hizo mi hermana para conseguirlo, lo que sí recuerdo es que me proporcionó muchas horas de alegría, pero sobre todo me dejó la certeza de pertenecer a una estupenda familia.

Hace mucho que no voy a la feria de mi ciudad, creo que ha perdido su esencia, prefiero recordarla como antaño, cuando era una niña queriendo demostrar su valentía frente a unos monstruos de cartón, con las mejillas y el corazón llenos de algodón de azúcar.....................

domingo, 26 de septiembre de 2010

SIMPLEMENTE GARCÍA LORCA

Visitando el blog de mi querida amiga Apnut leí este artículo que le había enviado un amigo a ella, Tengo el atrevimiento de tomarlo, (Sé que ella me perdonará). Simplemente me encantó


MEDIO PAN Y UN LIBRO...

Hoy recibí este texto, bellísimo como pocos. No quiero agregarle palabras, porque todo lo ha dicho don Federico. Y lo ha dicho maravillosamente.
(Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931)

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."

sábado, 18 de septiembre de 2010

MEXICO CREO EN TI


Este es el México en el que yo quiero creer


México, creo en ti como en el vértice de un juramento,
Tú hueles a tragedia tierra mía,
y sin embargo ríes demasiado,
acaso porque sabes que la risa,
es la envoltura de un dolor callado.

México, creo en ti sin que te represente en una forma,
porque te llevo dentro,
sin que sepa lo que tú eres en mí,
pero presiento que mucho te pareces a mi alma,
que sé que existe, pero no la veo.

México, creo en ti, en el vuelo sutil de tus canciones,
que nacen porque sí,
en la plegaria que yo aprendí para llamarte Patria,
algo que es mío en mí,
como tu sombra que se tiende con vida sobre el mapa.

México, creo en ti en forma tal que tienes de mi amada,
la promesa y el beso que son míos,
sin que sepa por qué se me entregaron,
no sé si por ser bueno o por ser malo,
o porque del perdón nazca el milagro.

México, creo en ti sin preocuparme el oro de tu entraña,
es bastante la vida de tu barro,
que refresca lo claro de las aguas,
en el jarro que llora por los poros,
la opresión de la carne de tu raza.

México, creo en ti porque creyendo te me vuelves ansia,
y castidad y celo y esperanza,
si yo conozco el cielo es por tu cielo,
si conozco el dolor es por tus lágrimas,
que están en mí aprendiendo a ser lloradas.

México, creo en ti, en tus cosechas de milagrería,
que sólo son deseo en las palabras,
te contagias de auroras que te cantan,
y todo el bosque se te vuelve carne,
y todo el hombre se te vuelve selva.

México, creo en ti, porque nací de tí,
como la flama es compendio del fuego y de la brasa,
porque me puse a meditar que existes,
en el sueño y materia que me forman,
y en el delirio de escalar montañas.

México creo en ti, porque escribes tu nombre con la X,
que algo tiene de cruz y de calvario,  
porque el águila brava de tu escudo,
se divierte jugando a los volados,
con la vida y a veces con la muerte.

México, creo en ti, como creo en los clavos que te sangran,
en las espinas que hay en tu corona,
y en el mar que te aprieta la cintura,
para que tomes en la forma humana,
hechuras de sirena en las espumas.

México creo en ti, porque si no creyera que eras mío,
el propio corazón me lo gritara,
y te arrebataría con mis brazos,
a todo intento de volverte ajeno,
sintiendo que a mí mismo me salvaba.

México creo en ti, porque eres el alto de mi marcha,
y el punto de partida de mi impulso,
mi credo ¡PATRIA!, tiene que ser tuyo,
como la voz que salva,
y como el ancla.

Ricardo López Méndez.






martes, 7 de septiembre de 2010

Para mi querida Luz la poetisa de la web





Querida Luz, el cielo se sintió sólo
y pidió un ángel más, nadie podría ser,
solamente alguien como tú, alguien con tu duzura.
Nuestro corazón llora, nuestra alma sufre.
Pero en el fondo tenemos la esperanza
que cuando volvamos nuestra vista
hacia arriba, te miraremos
cabalgando en un corcel con tu sonrisa al viento
Te extrañaremos, sentiremos tu ausencia
pero sin duda, ese calorcito en el corazón
que de cuando en cuando nos arropará;
será tu saludo, será la forma en que nos dirás:
"Acá estoy, siempre con ustedes"

Siempre te recordaré mi querida Luz
La poetisa de la web


















miércoles, 1 de septiembre de 2010

Hace 60 años

Como en aquellos tiempos de nuestra juventud
mi corazón añora tu juventud de rosas....
y aun sigo enamorado de ti mi linda esposa.
Ya nuestro pelo negro de blanco se vistió,
ya nuestros hijos viven la juventud hermosa....
yo aun sigo enamorado de ti mi linda esposa.



Ella era una niña de grandes ojos y sonrisa tierna, él un buen mozo, alto, gallardo. El mundo se movió milímetros para hacer coincidir sus tiempos. No podían pasar de largo sin mirarse pues había una historia esperando para ser contada.
 
Las campanas nupciales tocaron y fueron llegando los hijos, las alegrías, las penurias, holguras y angosturas. De cada uno de ellos pueden contar miles de anéctdotas.
 
Al unirse aportaron uno y otro cierto grado de locura para formar una familia muy especial, unida, sin necesidad de decir, sólo de sentir.
Familia numerosa, que sigue creciendo, presentes y ausentes, "ajenos" y "propios".

Todo comenzó hace 60 años, poco a poco fueron colocando las piezas del intrincado  rompecabezas de su vida en común, no se imaginaban que algunas de esas piezas tendrían que quitarlas dejándo lugares vacíos, que se llenaron primero de lágrimas y después de nostálgicos recuerdos.

Hoy igual que ayer, una hermosa mujer de grandes ojos y sonrisa tierna y un hombre buen mozo, gallardo; colocan más piezas en ese rompercabezas, quieren seguir sumando, uniendo, llenando.
Suspiran hondo, se miran y piensan.....juntos como ayer, como hoy, como mañana. Y pensar que esto empezó cuando se cruzaron sus miradas; hace ya 60 años...................