martes, 25 de octubre de 2011

Es tu decisión


Hoy recibí un correo de mi amiga Vale de Uruguay, no sé si la anécdota del taxista sea real o no. He leído alguno de los libros del Dr. Wayne Dyer, uno de los mejores escritores de libros de automotivación, de superación y de crecimiento espiritual. Espero lo disfruten.

PATO O AGUILA; TÚ DECIDES....
Rodrigo estaba haciendo fila para poder ir al aeropuerto, cuando un taxista se acercó, lo primero que notó fue que el taxi estaba limpio y brillante. El chofer bien vestido con una camisa blanca, corbata negra y pantalones negros muy bien planchados, el taxista salió del auto dio la vuelta y le abrió la puerta trasera del taxi.   
Le alcanzo un cartón plastificado y le dijo: yo soy Willy, su chofer. Mientras pongo su maleta en el portaequipaje me gustaría que lea mi Misión.
Después de sentarse, Rodrigo leyó la tarjeta: Misión de Willy: “Hacer llegar a mis clientes a su destino final de la manera más rápida, segura y económica posible brindándole un ambiente amigable” Rodrigo quedó impactado; especialmente cuando se dio cuenta que el interior del taxi estaba igual que el exterior, ¡¡limpio sin una mancha!!   
Mientras se acomodaba detrás del volante Willy le dijo, “¿Le gustaría un café? Tengo unos termos con café regular y descafeinado”. Rodrigo bromeando le dijo: “No, preferiría un refresco” Willy sonrió y dijo: “No hay problema tengo un hielera con refresco de Cola regular y dietética, agua y jugo de naranja”. Casi tartamudeando Rodrigo le dijo: “Tomare la Cola dietética”
Pasándole su bebida, Willy le dijo, “Si desea usted algo para leer, tengo el Reforma, Esto, Novedades  y Selecciones…” 
Al comenzar el viaje, Willy le paso a Rodrigo otro cartón plastificado, “Estas son las estaciones de radio que tengo y la lista de canciones que tocan, si quiere escuchar la radio”
Y como si esto no fuera demasiado, Willy le dijo que tenía el aire acondicionado prendido y preguntó si la temperatura estaba bien para él. Luego le avisó cuál sería la mejor ruta a su destino a esta hora del día. También le hizo conocer que estaría contento de conversar con él ó, si prefería lo dejaría solo en sus meditaciones. ...    
“Dime Willy, -le pregunto asombrado Rodrigo- ¿siempre has atendido a tus clientes así?”   Willy sonrió a través del espejo retrovisor. “No, no siempre. De hecho solamente los dos últimos dos años. Mis primero cinco años manejando los gaste la mayor parte del tiempo quejándome igual que el resto de los taxistas. Un día escuché en la radio acerca del Dr. Dyer un “Gurú” del desarrollo personal.  El acababa de escribir un libro llamado “Tú lo obtendrás cuando creas en ello”. Dyer decía que si tú te levantas en la mañana esperando tener un mal día, seguro que lo tendrás, muy rara vez no se te cumplirá. El decía: Deja de quejarte. Sé diferente de tu competencia. No seas un pato. Se un águila. Los patos solo hacen ruido y se quejan, las águilas se elevan por encima del grupo”.
“Esto me llegó aquí, en medio de los ojos”, dijo Willy. “Dyer estaba realmente hablando de mi. Yo estaba todo el tiempo haciendo ruido y quejándome, entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila. Miré alrededor a los otros taxis y sus choferes… los taxis estaban sucios, los choferes no eran amigables y los clientes no estaban contentos. Entonces decidí hacer algunos cambios. Uno a la vez. Cuando mis clientes respondieron bien, hice más cambios”.  
“Se nota que los cambios te han pagado”, le dijo Rodrigo.   “Si, seguro que sí”, le dijo Willy. “Mi primer año de águila duplique mis ingresos con respecto al año anterior. Este año posiblemente lo cuadruplique.
Usted tuvo suerte de tomar mi taxi hoy. Usualmente ya no estoy en la parada de taxis. Mis clientes hacen reservación a través de mi celular o dejan mensajes en mi contestador. Si yo no puedo servirlos consigo un amigo taxista águila confiable para que haga el servicio”.
Willy era fenomenal. Estaba haciendo el servicio de una limusina en un taxi normal.   
Posiblemente haya contado esta historia a más de cincuenta taxistas, y solamente dos tomaron la idea y la desarrollaron. Cuando voy a sus ciudades, los llamo a ellos, El resto de los taxistas hacen bulla como los patos y me cuentan todas las razones por las que no pueden hacer nada de lo que les sugería.   
Willy el taxista, tomo una diferente alternativa:   
El decidió dejar de hacer ruido y quejarse como los patos y volar por encima del grupo como las águilas.  
No importa si trabajas en una oficina, en mantenimiento, eres maestro, Un servidor público, político, ejecutivo, empleado o profesionista, ¿Cómo te comportas? ¿Te dedicas a hacer ruido y a quejarte? ¿Te estás elevando por encima de los otros?

Recuerda: ES TÚ DECISIÓN Y CADA VEZ TIENES MENOS TIEMPO PARA TOMARLA.
Pónganse el nombre que quieran, pato, águila, gallo o lo que sea, pero lo importante es hacer realidad la premisa que Jesús nos dejó.. "ámense los unos a los otros como yo lo he amado", si hacemos vida este mandato, lo demás se dará por añadidura.................................



viernes, 21 de octubre de 2011

De regreso




Hola a todos:
Después de una larga ausencia durante la cual me pregunté muchas veces si valía la pena continuar, aquí estoy regresando y atreviendome a realizar una noble labor, la de escribir.  
Algunas queridas amigas me alentaban a continuar y, confieso no sin pena, a pesar de quererlas mucho sus peticiones no fueron las que me impulsaron a seguir, hace 2 días mi hijo Arturo me preguntó por que ya no escribía en mi blog, le confesé que estaba pensando cerrarlo porque en ocasiones me preguntaba si valía la pena desnudar el alma y sentir que a pocos les interesaba mi falta de pudor espiritual. 
Bastó escuchar su voz a través del teléfono pidiéndome que no me rindiera para encender nuevamente la llama del querer. 
La conversación con mi hijo me llevó a pensar cuánto nos afecta el sentir que gritamos en el desierto, que pasamos por la vida como fantasmas levitando sin dejar huellas que hablen de nuestra  existencia.

¿Porqué será que a veces nos sentimos tan vulnerables que necesitamos la palmada en la espalda para experimentar la calidez del "vale la pena"? ¿Todos pasamos en algún momento de nuestras vidas por esa necesidad de sentirnos escuchados, aceptados, extrañados?. No hablo de día a día, sino de ese huequito que se siente de cuando en cuando y que nos lleva a preguntarnos ¿el día que ya no esté, el día que diga adiós, me echarán de menos aquellos a quienes no me unen lazos familiares? ¿habrá suspiros de melancolía al recordarme en afectos amigos?
El hilo de la reflexión me llevó a considerar que si yo me siento así en ocasiones, sin duda a mi alrededor habrá muchos que se sientan igual que yo; que sientan el escozor de la tan llamada necesidad de trascender, de estar presente más de 2 minutos después de morir. 

Dios es tan bueno conmigo que usa mis pensamientos como caminos para llevarme a encontrar respuestas. Para trascender tengo que vivir, el día a día con sus horas minutos y segundos. Vivir la vida con sus días, semanas, meses y años. Disfrutar cada instante, atesorarlo en mi memoria, convertirlo en recuerdo y compatirlo, sin preguntarme nada más.

Mi hermana Silvia, mis hijos Héctor y Carlos, mis abuelos, mis queridas Marchuy  e Ivette y todos mis cariños que se han ido, ¿trascendieron? ¡Por supuesto! por que vivieron, disfrutaron, amaron y fueron amados, pero sobre todo compartieron, miraron al lado y reglaron un pedacito de su propia vida.

Sin duda la vida es un cúmulo de idas y vueltas, disfrutemos el paisaje mientras llegamos a nuestro destino. Cómo dice Pablo Coelho "El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día."

Por lo pronto yo estoy de vuelta.............................................................................................