Hola a todos:
Después de una larga ausencia durante la cual me pregunté muchas veces si valía la pena continuar, aquí estoy regresando y atreviendome a realizar una noble labor, la de escribir.
Algunas queridas amigas me alentaban a continuar y, confieso no sin pena, a pesar de quererlas mucho sus peticiones no fueron las que me impulsaron a seguir, hace 2 días mi hijo Arturo me preguntó por que ya no escribía en mi blog, le confesé que estaba pensando cerrarlo porque en ocasiones me preguntaba si valía la pena desnudar el alma y sentir que a pocos les interesaba mi falta de pudor espiritual.
Bastó escuchar su voz a través del teléfono pidiéndome que no me rindiera para encender nuevamente la llama del querer.
La conversación con mi hijo me llevó a pensar cuánto nos afecta el sentir que gritamos en el desierto, que pasamos por la vida como fantasmas levitando sin dejar huellas que hablen de nuestra existencia.
¿Porqué será que a veces nos sentimos tan vulnerables que necesitamos la palmada en la espalda para experimentar la calidez del "vale la pena"? ¿Todos pasamos en algún momento de nuestras vidas por esa necesidad de sentirnos escuchados, aceptados, extrañados?. No hablo de día a día, sino de ese huequito que se siente de cuando en cuando y que nos lleva a preguntarnos ¿el día que ya no esté, el día que diga adiós, me echarán de menos aquellos a quienes no me unen lazos familiares? ¿habrá suspiros de melancolía al recordarme en afectos amigos?
El hilo de la reflexión me llevó a considerar que si yo me siento así en ocasiones, sin duda a mi alrededor habrá muchos que se sientan igual que yo; que sientan el escozor de la tan llamada necesidad de trascender, de estar presente más de 2 minutos después de morir.
Dios es tan bueno conmigo que usa mis pensamientos como caminos para llevarme a encontrar respuestas. Para trascender tengo que vivir, el día a día con sus horas minutos y segundos. Vivir la vida con sus días, semanas, meses y años. Disfrutar cada instante, atesorarlo en mi memoria, convertirlo en recuerdo y compatirlo, sin preguntarme nada más.
Mi hermana Silvia, mis hijos Héctor y Carlos, mis abuelos, mis queridas Marchuy e Ivette y todos mis cariños que se han ido, ¿trascendieron? ¡Por supuesto! por que vivieron, disfrutaron, amaron y fueron amados, pero sobre todo compartieron, miraron al lado y reglaron un pedacito de su propia vida.
Sin duda la vida es un cúmulo de idas y vueltas, disfrutemos el paisaje mientras llegamos a nuestro destino. Cómo dice Pablo Coelho "El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día."
Por lo pronto yo estoy de vuelta.............................................................................................
HOLA ARLU: QUE BUENO TU REGRESO Y QUE BELLAS PALABRAS NOS HAS BRINDADO. OJALA QUE ESTE MÉTODO CIBERESPACIO, SIRVA PARA DECIRNOS COSAS Y ABRIR EL ALMA, SOBRETODO CUANDO QUERAMOS AYUDA.-
ResponderEliminarBIENVENIDA Y FELICITACIONES A TU HIJO POR ESE IMPULSO QUE TE A DADO.-
RECIBE DE MI EL CARIÑO SINCERO DE ESTE AMIGO A LA DISTANCIA , PERO CERCA DE TU CORAZON.-
Qué maravillosa reflexión Guada!!! La verdad que es cierto todo lo que dices... pero es parte de la vida y de tantas preguntas que a veces nos hacemos... Un abrazo Guada!!! y me alegro que esta casita vuelva a tener el espíritu y las vivencias de su dueña...
ResponderEliminarCuanta alegria y paz en el alma provoca leerte gracias por estar de regreso pues es una maravilla refugiarse aqui en tu pequeña cibercasa pero inmensa de amor.
ResponderEliminarNo nos une un lazo familiar pero tu nombre ya esta muy cerquita de mi corazon y siempre..... siempre te llevare en mi pensamiento y oracion.
Aqui te dejo mi cariño que es como lo digo..... al infinito y mas alla!!!!
Tu amiga de Tejones.