martes, 19 de abril de 2011

Cuando un amigo se va

 
Hay situaciones, momentos, acontecimientos en nuestra existencia que nos cimbran y mueven nuestro eje, nuestro punto de equilibrio. En los últimos días he vivido 2 sucesos que me hicieron  tambalear, la muerte de 2 personas sumamente importantes en mi existencia. 2 amigas queridísimas que se fueron en forma intempestiva, 2 amigas tan distintas entre sí pero que, cada una en una época diferente de mi vida, me aportaron experiencias que contribuyeron a formar esa amalgama que tengo de recuerdos.
Primero me enteré de la muerte de mi queridísima Iveth, amiga entrañable con quien lo mismo compartí festivales de fin de cursos que noches de bohemia, desayunos, comidas, viajes y todo aquello que nos permitía disfrutar de nuestra etapa de adultos jóvenes que van aprendiendo a vivir esa etapa maravillosa de ser padres y madurar en el intento. 
Iveth era auténtica, simplemente era ella sin recovecos; divertida, nada sutil, vivía la vida con intensidad, tal vez por eso su copa se vació demasiado pronto. Pocos la conocimos tan profundamente como para conocer también los demonios que llevaba dentro, aquellos que de vez en cuando aparecían y la llamaban al oído, algunas veces podía apartarlos con un rápido movimiento de su abundante melena, pero otras se asían con fuerza de sus cabellos y se negaban a abandonarla y entonces era cuando ella se abandonaba, cuando prefería perderse en los rincones de la inconciencia, escudarse en el exceso y aparentar que era feliz. La más de las veces verdaderamente disfrutaba a su familia, a su esposo Arturo un gran tipo, pocos hombres he conocido que demuestren la misma devoción que él demostraba por su esposa, y a sus 2 hijos, buenos chicos ellos.
Creo que su familia era el ancla que la mantuvo en pie durante toda su vida, la cuidaban, la protegían, simplemente la amaban; y al final hace 3 meses la dejaron ir a un lugar donde sólo ondeará su abundante cabellera para sentir la caricia del viento.
Hace aproximademente un mes partió Mary Chuy, mi otra querida amiga. A pesar de la diferencia de edad, la relación entre nosotras fue hermosa, su esposo Ricardo y sus hijas nos acogieron a mi marido y a mi desde que iniciabamos nuestro noviazgo, compartimos alegrías y tristezas. Nuestro cariño era una mezcla de amor maternal y complicidad de amiga. ¡Cuantas horas pasamos juntas platicando, haciendole confidencias, escuchando sus consejos!. 
La admiración que tengo por ella seguirá existiendo hasta el final de los tiempos, reía con la misma fuerza con la que manejaba toda su vida, porque de verdad era una mujer fuerte, cuidaba de sus padres con una devoción absoluta, manejaba su hogar con un orden tremendo y todavía le quedaba tiempo para dedicarse a las "cosas de Dios" como decía, y a sus amigos, que eran muchos.
Muchas veces le dije a mi marido que me gustaría llegar a la edad de Mary Chuy con la misma fortaleza que ella tenía y con un matrimonio tan sólido como el de ella y Ricardo.
¿Porqué partió tan pronto? no lo sé, tal vez porque a la gente buena Dios la premia impidiéndole vivir las amarguras de nuestro tiempo  o simplemente querían escuchar clara y fuerte su inconfundible risa.
En fin se fueron mis amigas, no pude despedirme de ninguna de las 2 pero al fin y al cabo a ninguna nos gustan las despedidas, prefiero despedirme con un fragmento de ese poema preciosisimo "A mis amigos" que coincidentemente a las 3 nos gustaba 
"Amigo mío si esta copla como el viento
a donde quieras escucharla te reclama,
serás plural porque lo exige el sentimiento
cuando se lleva a los amigos en el alma."...................................................






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