viernes, 4 de junio de 2010

POLLITO

fotografía "niño alcanzando la luna" de Luis Javier Munoz
"Ayer fuí a la luna, le dí la vuelta 2 veces, le arranqué un pedazo de una mordida, pero no me gustó; sabía a queso rancio y polvo de estrellas." Así me lo contó pollito, mi amigo de juegos hace muchos años cuando todavía me gustaba brincar en un pie y tenía la mirada transparente.
Pollito era un torbellino de energía,  jugabamos carreras a ver quién llegaba primero hasta el árbol pinabete de la vecina; generalmente me ganaba.

A veces nos tomabamos de la mano y veíamos al cielo, pero no por romanticismo, sino para ver quién veía primero una estrella fugaz y torcerle el dedo meñique al otro; hasta hoy sigo pensando que la más de las veces me hizo trampa por el puro placer de verme brincar de dolor mientras él reía a carcajadas.
Era muy popular en la cuadra, cuando nos cansabamos de ser libres, nos sentábamos en la orilla de la calle junto con todos los amigos del vecindario rodeándolo para escuchar sus historias. Nos contaba de sus múltiples aventuras, de los viajes que hacía y los sitios que visitaba, todo aderezado de detalles que nos transportaban a todos al mismo lugar.
Nunca dudamos de la veracidad de sus relatos, ¿cómo podíamos hacerlo?, era nuestro héroe.

Con orgullo nos mostraba las heridas que él mismo se hacía en las piernas para comprobar que era invensible, y con asombro veíamos los verdugones en su espalda que le dejaban los golpes de la correa que usaba su madre, desesperada por no poder evitar que su hijo se hiciera daño.

Yo le enseñé a bailar, le enseñé como moverse al compás de la música, cómo darse vuelta despacito para no caer. Pronto mejoró la técnica y bailaba con un ritmo que más de uno le envidiaba.

Sabía todas las respuestas, y todas nos satisfacían. Sin embargo las únicas preguntas que nunca pudo responder fueron las que, a solas y a obscuras se hacía a sí mismo al final del día.
¿porqué a él? ¿cómo se sentiría ser libre? ¿cómo se sentiría sentir?

Después de un frío invierno, Pollito desapareció de mi vida. Finalmente su espina bífida, esa que lo tenía atado a una silla de ruedas desde el nacimiento, y que le había quitado la sensibilidad del cuello hacia abajo, le había cobrado su factura. La última vez que lo ví iba camino al hospital, me sonrió, miró al cielo y torció mi dedo meñique.

De cuando en cuando lo recuerdo. Todavía lo extraño; pero si de pronto observo el cielo, escucho despacito en mi oído "Ayer fuí a la luna, le dí vuelta dos veces.................................




2 comentarios:

  1. Arluu: Que cosas tan bonitas cuentas, ayer no lo leí, pero hoy al leer, lo del Principe carlos ya segui con Pollito, que vivencias tan bonitas pasastes con el. ¡pobre Pollito! Tu ya no vives en esa Ciudad? no puedes preguntar por el?, Arluu sigue contandonos cosas tan bonitas, mucha suerte en el Blog, yo creo que la tendras. Un besazo

    ResponderEliminar
  2. Genial...No sé quién sos pero tenés pasta de escritora. Espero seguir leyendo tus relatos. Son sencillos, emocionan...recuerdan escenas de la vida cotidiana, esa que se nos escapa muchas veces de las manos sin darnos cuenta. Suerte.....

    ResponderEliminar